Tarde Ácida (libre)

La tarde estaba ligeramente nublada, no era nada raro en el colegio que el cielo estuviera tapizado de nubes, pero las nubes de esa tarde eran nubes de un color grisáceo que solo indicaban que llovería. Me gustaban las tardes lluviosas en compañía de un buen libro, siempre y cuando estuviese resguardada de que las frías gotas de lluvia me mojaran.

Salí a los jardines del colegio muy conciente de que probablemente llovería pero conocía demasiado el castillo como para saber donde poder refugiarme de la lluvia en caso de que fuera necesario. Llevaba un libro muggle bajo el brazo, apesar de que mi hermana no me hablaba mucho cuando íba a verla en las vacaciones de verano, espiaba su habitación y me encontraba con libros que le dejaban para leer en el ciclo escolar. Esas vacaciones encontré 'Romeo y Julieta' un libro muy conocido dentro de la literatura muggle, y tuve que robármelo para leerlo, lo había leído hacía muchos años y ahora quería leerlo de nuevo.

me senté debajo de un árbol para leer...

Estaba concentrada en mi lectura, demasiado concentrada, casi podía escuchar las voces de Romeo y Julieta hablandome suavemente en el oído cuando un chico se acercó a mi y me llamó por mi apellido -Sí.. Evans mucho gusto... tú eres...?- Pregunté amablemente mientras veía como el chico se fijaba en mi libro y lo semi-cerre para que pudiera ver la portada. -Es que me gustan este tipo de tardes para salir a tomar el fresco y despejar mi mente- No siempre era muy cómodo salir y mostrarle a todos lo que leía, sobre todo cuando notaban que era literatura muggle, y aunque recibiera un millón de molestos comentarios, estaba orgullosa de mis padres.

Justo en el instante en el que al parecer el chico me diría su nombre, un espejismo aterrizó con esos ojos brillantes y sonrientes que únicamente había podido encontrar acompañados de esa prepotente y arrogante sonrisa. Comenzó a citar mi libro MI LIBRO! MI LIBRO MUGGLE DE MI AUTOR MUGGLE!!! Traté de contener un suspiro por escucharlo y simplemente me remití a contestarle con la mente y acompañar el último verso '¡Hasta ahora nunca ví belleza verdadera!' Se acercó hasta mí ignorando al chico que había llegado antes que él y que inmediatamente se hizo el ofendido y se marchó. Torcí mis labios en una sonrisa fruncida, no íba a admitir que me gustaba estar cerca de él, sobre todo cuando se encontraba lejos su pulgoso amigo... y hasta cierto punto me sentí halagada de que 'espantara' a la compentencia, pero apesar de todo eso lo miré alzando una ceja y acomodando mi melena a un costado de mi hombro. -No sabía que conocías a Shakespeare Potter, no se te habrá despresurizado el cerebro con ese Amago?- pregunté con el mismo tono ligeramente gruñón con el que me refería a él cada vez que hacía solemnte acto de patanería.

Solté el aire despacio mientras él tomaba el libro y lo escuché atenta pero esperando que por todos los dioses no fuera a decir alguna de sus célebres frases que me hacían querer arrancarme el cabello de un tirón.

-Bueno... supongamos que te doy la razón y si es magia...- dije mientras sujetaba el libro que me devolvía y trataba de ignorar esa perfecta sonrisa en sus labios. -Ahora dime...- regresé la mirada a sus ojos. -...que es lo que tus ojos buscan en tierra?- miré mi libro como queriendole indicar que estaba molestando mi momento de lectura.

Odiaba que alguien me interrumpiera en mis momentos de estudio o de lectura.... pero no tenía problemas con el que me molestara fuera ese maldito engreído, solo no tenía que enterarse de ese pequeño detalle.

En ocasiones Potter podía ser tan odioso... y en otras.... bueno mejor ahorrar los comentarios.

Escucharlo hablar de esa manera tan fingidamente patética y tan poco propia del patán que llevaba dentro me hacía enfurecer por algún motivo que desconocía. Escuché su explicación sin retirar mi mirada de la suya, adentrándome ligeramente en esos ojos castaños. -Jhm..- fué lo único perceptible de mi garganta cuando él acercó su mano y tocó mi cabello, a una fracción de segundo estuve de retirarlo de mí pero me contuve apretando con fuerza el libro entre mis manos y gracias a todos los ángeles del cielo me soltó rápidamente.

-Y a veces podemos encontrar un pedazo petulancia más cerca de lo que creemos- escupe casi en un susurro que sonó ligeramente a murmullo mientras negaba con la cabeza y miraba a otro lado.

Lo vi irse dando unos pasos con la escoba en la mano y apreté aún más el libro entre mis brazos, prefería quedarme ahí mirando el pasto lo que restaba de la tarde, a decirle que se quedara conmigo, además, en el caso de que él llegase a quedarse seguramente nos encerraríamos en una larga pelea...